El sesgo de negatividad es una tendencia psicológica que nos lleva a darle más peso y atención a los eventos negativos que a los positivos. En pocas palabras, estamos «programados» para recordar más fácilmente una crítica que un cumplido, o para sentir más intensamente una pérdida que una ganancia del mismo valor. Esta inclinación natural puede parecer poco lógica, pero tiene una explicación profunda tanto desde la psicología como desde la biología evolutiva.
Los Estudios de Kahneman y Tversky sobre la Aversión a la Pérdida
Este sesgo fue objeto de estudio por los psicólogos Daniel Kahneman y Amos Tversky, quienes investigaron la aversión a la pérdida como un aspecto central de la teoría de las perspectivas, desarrollada en 1979. En sus experimentos, Kahneman y Tversky encontraron que las personas experimentan el dolor de una pérdida de manera mucho más intensa que el placer de una ganancia equivalente. Es decir, perder $50 puede hacernos sentir mucho peor que lo bien que nos haría sentir ganar la misma cantidad.
Este fenómeno está tan arraigado en nosotros que afecta nuestras decisiones y percepciones en muchos aspectos de la vida. Por ejemplo, al invertir en bolsa, la aversión a la pérdida puede hacer que alguien venda rápidamente al menor indicio de caída de valor, aunque las probabilidades sugieran que esperar podría ser una mejor decisión. Esto se debe a que nuestra mente prioriza evitar el dolor de una posible pérdida por sobre la posibilidad de obtener una ganancia.
Posibles Explicaciones Evolutivas: ¿Por qué vemos el vaso medio vacío?
Existen varias explicaciones evolutivas de por qué los humanos estamos predispuestos hacia el sesgo de negatividad. La mayoría de los expertos sugieren que esta tendencia es una adaptación que facilitó la supervivencia de nuestros ancestros. A lo largo de la evolución, la capacidad para identificar y recordar amenazas o eventos negativos ayudó a los humanos a evitar peligros y aumentar sus probabilidades de supervivencia.
- Identificación de Peligros: En un entorno hostil, reconocer un peligro era más importante que disfrutar una oportunidad. Por ejemplo, notar la presencia de un depredador tenía consecuencias directas para la supervivencia, mientras que dejar pasar una fuente de alimento potencial no siempre era letal. Por ello, quienes respondían más intensamente a las amenazas tenían mayores probabilidades de sobrevivir y transmitir sus genes.
- Prevención de Daños: Los recuerdos negativos tienden a ser más detallados y persistentes que los recuerdos positivos. Esta inclinación puede haber ayudado a que las personas aprendieran lecciones importantes para evitar situaciones peligrosas en el futuro. Así, cuando nuestros ancestros sufrían algún accidente o perdían a un miembro de su grupo, era fundamental que recordaran los detalles para evitar una situación similar.
- Conservación de Recursos: La aversión a la pérdida también se relaciona con la tendencia a conservar recursos. En entornos de escasez, perder lo que uno ya tenía podía significar la diferencia entre la vida y la muerte. Este comportamiento nos impulsa a ser cautelosos, maximizando la seguridad y reduciendo riesgos en lugar de aventurarnos hacia lo desconocido sin garantías de éxito.
El Sesgo de Negatividad en la Vida Moderna
Hoy en día, el sesgo de negatividad puede jugarnos en contra en situaciones donde el riesgo no es tan extremo. Por ejemplo, en el ámbito de las relaciones, muchas personas tienden a centrarse en los aspectos negativos de sus interacciones, dando menos peso a los momentos positivos y debilitando así el vínculo. En el contexto laboral, un pequeño error puede hacer que alguien se sienta más insatisfecho con su trabajo, aunque haya tenido varios logros destacados.
Comprender este sesgo puede ayudarnos a reconocer cuándo estamos siendo demasiado pesimistas y nos permite equilibrar nuestra percepción de la realidad. Al recordar que nuestra tendencia a ver el vaso medio vacío es en parte un vestigio evolutivo, podemos aprender a cuestionarla y a cultivar una perspectiva más objetiva y positiva.
El sesgo de negatividad es un recordatorio de cómo nuestra evolución continúa afectando nuestra vida diaria. Aunque esta inclinación fue esencial para la supervivencia de nuestros ancestros, hoy puede resultar en una visión desbalanceada y negativa del mundo. Afortunadamente, comprender este sesgo y reconocer cuándo está influyendo en nuestras decisiones y emociones es el primer paso para superarlo y disfrutar más de los aspectos positivos de la vida. Si quieres aprender más al respecto, te invitamos a inscribirte ya en nuestro curso Cómo funciona la Evolución de C3 – COLEGIO DE CIENCIAS DEL COMPORTAMIENTO.